La primera vez que vi la calle de L´Aigüeta, en la Bisbal, no sabía si estaba en un pueblo de Oaxaca o en Catalunya. Me encantaron todas las tiendecitas llenas de color, con sus tiestos en la acera, y sus platos colgando de las paredes. Me gustaba especialmente una de ellas, llena de cactus de todas las formas y tamaños posibles. Y, hoy, por fin, la he dibujado. Y, aunque el volumen de tráfico y de ruido de coches también me ha recordado a México, ha valido la pena tomarme el tiempo de hacerlo. Dibujando me he dado cuenta de dos cosas; una: que echaba mucho de menos tener tiempo libre, y dos: que algún día a mi también me gustaría tener un taller de cerámica y llenar la calle de colores.
lunes, 18 de junio de 2018
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