miércoles, 27 de diciembre de 2017

El árbol de la vida

Dicen que pocas cosas crecen en tierra arcillosa, ésa es una de las primeras lecciones que me enseñaron cuando estudiaba  jardinería.  A la arcilla le falta materia orgánica para albergar vida. El agua se encharca, las raíces se pudren, al oxígeno le cuesta penetrar en la tierra. Hace falta modificarla, corregirla, para poder construir algo sobre ella.

Lo que no me enseñaron fue que la arcilla está compuesta, sobre todo, de sílices. Tampoco me contaron que, si buscáramos silicio en el cuerpo humano, lo encontraríamos en nuestras venas y arterias, en nuestros músculos, en los huesos.
Nuestra sangre circula por conductos formados por el mismo elemento que forma la arcilla. Lo que nos da la vida, se la da también a la arcilla.

Así que, aquí tengo una nueva lección por aprender que contradice todas las lecciones de botánica y jardinería: hay todo un universo esperando en cada trozo de barro. Y, para descubrirlo, sólo tengo que dejar que mis manos trabajen sobre él.

Yo no sabía que, antes que terminara este año, encontraría, una nueva vida, más luminosa y creativa de lo que nunca hubiera podido esperar, en la arcilla.

La Ponderosa

Ayer, en medio de todo el caos, me quedé atrapada con el coche entre dos rotondas cerradas, la de Corçà y la de la entrada a la Bisbal. Y ju...