Se trata de una especie de lagarto que habita en los lugares más recónditos de cualquier bosque. Este híbrido se caracteriza por estar sujeto a las ramas de los árboles mientras su otra mitad trata de avanzar hacia delante a través de la espesura del bosque.
El lagarto y el pez melón se miraron durante largo rato sin decir palabra. Cuando se sintieron suficientemente cómodos, iniciaron un breve diálogo que el pez melón registró en sus cuadernos:
Pez Melón: ¿Cuanto tiempo llevas colgado de este árbol?
Pez Melón: ¿Cuanto tiempo llevas colgado de este árbol?
Lagarto: No lo puedo recordar. Mucho.
P.M: Qué te impide continuar tu viaje?
L: Estoy agarrado fuertemente a la rama
P.M: Suéltate, pues
L: No puedo. No veo a través de la espesura. No sé a dónde voy. Me soltaré cuando avance y vea lo que hay más allá.
P.M: Y cuando será eso?
L: Cuando me suelte.
Tras estas palabras, el lagarto se sumió otra vez en el silencio.
No poder avanzar mientras se está sujeto, no poder soltarse hasta avanzar y ver qué hay más allá. He aquí la paradoja del lagarto.
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