martes, 25 de junio de 2019

Jardim de arca d´água

En la Rua Costa e Almeida, cada casa merecería un dibujo propio. Ésta última, en la esquina con la Praça Nove do Maio, desemboca en el jardim de Arca d´água, uno de los pocos oasis de silencio y tranquilidad de la ciudad. Los días en los que realmente echaba de menos pasear por el bosque, caminaba hasta el jardín y me sentaba, bajo los plataneros, a dibujar la mezcla de estilos arquitectónicos de las casas que rodean el jardín.

jueves, 20 de junio de 2019

Azulejos

En Portugal, una ley protege los azulejos históricos de edificios privados y públicos. Si en su día fueron hechos artesanalmente, deben ser restaurados artesanalmente también, y no pueden reproducirse por métodos industriales. Eso hace que pequeños talleres especializados en este trabajo puedan continuar su actividad sin tener que cerrar. Y a eso me he dedicado el mes que he pasado en Oporto, a reproducir azulejos de una fachada del siglo XIX. Un mes entero rodeada de azulejos de todos los colores, tamaños y épocas. Aquí os dejo una pequeña muestra de ellos.

martes, 11 de junio de 2019

Panorámica de Oporto

Vista panorámica de Oporto, desde el Miradouro da Vitoria. Un poco más abajo se encuentra el antiguo barrio judío de Olival y una señora que construye casas para los gatos abandonados. Me da mucha pena no haber dibujado las casas que fabrica porque tienen un estilo arquitectónico parecido a las casas de Oporto. En los rincones más insospechados viven artistas discretas.




viernes, 7 de junio de 2019

Largo do Campo Lindo

La primera vez que visité Oporto fue hace catorce años. Me invitó una amiga y me quedé más de un mes. Fue un flechazo. Me enamoré de los edificios medio en ruinas, de los azulejos en las paredes, de las escaleras con inclinaciones imposibles, de la musicalidad del idioma. Era un lugar tranquilo y pausado en el que nuca paraba de llover, pero ni siquiera eso me molestaba porque la lluvia iba a juego con el ambiente melancólico de la ciudad. Cuando me ofrecieron pasar un mes en Oporto haciendo mis prácticas en un taller cerámico, todos esos recuerdos volvieron a mi cabeza y no me lo pensé dos veces.
Llegué a principios de mayo y, durante días, las temperaturas pasaron de los 30 grados, sin rastro de nubes en el cielo. Me explicaron que era por el cambio climático, que el tiempo ya no era el mismo. Me sorprendió encontrarme edificios perfectamente restaurados dónde antes había casas en muy mal estado. Creí que era algo bueno hasta que me explicaron que  muchas empresas los han comprado para hacer alojamientos turísticos. En el centro de la ciudad no queda prácticamente ningún edificio, ni negocio que no esté destinado al turismo. Tampoco se escucha hablar portugués a nadie.
Me cuentan también que todo esto es por los vuelos low cost, que hay un proyecto de ampliación del aeropuesto de Lisboa y otros dos proyectos para construir aeropuertos nuevos en zonas agrícolas. Supongo que, cuando ya no haya campos para conrear, tendremos que empezar a comernos a los turistas.
Aunque mi visita a Oporto no ha sido una visita turística, no he podido evitar sentirme mal por ser parte de toda esa marabunta de extranjeros saturando la ciudad. He buscado lugares diferentes, barrios dónde aún vive gente que no está de vacaciones. Como esta casa situada en el Largo do Campo Lindo. He comprado en tiendas pequeñas, he hablado (más mal que bien) el idioma local y no he hecho ni una sola foto.
Dibujar es mi manera de conectar con un tiempo en el que viajar era una experiencia de inmersión y no de invasión.

lunes, 3 de junio de 2019

Oporto en diferido

Tengo una batalla personal contra la telefonía móvil que intento mantener desde hace años: no compro teléfonos nuevos, solo reciclo los teléfonos viejos de cualquiera que quiera dármelos cuando ya no los use más. Es una batalla bastante perdida de antemano pero me niego a comprar esas máquinas que nos han obligado a que sean imprescindibles y que están cargadas de explotación humana, minera y de obsolescencia programada. El resultado de esto es que ninguno de mis móviles es capaz de sacar una foto y subirla a instagram en menos de un lustro, con lo cual ya ni lo intento. La gente me cede sus teléfonos cuando éstos ya no son operativos y yo lo agradezco a ratos y a ratos me desespero. Todo esto es para justificar el hecho que he estado un mes en Oporto, he hecho muchos dibujos y no he compartido ninguno en el blog ni en las redes sociales. Me encantaría poder hacerlo y compartir fotos del work in progress y todas estas formas fantásticas de mostrar nuestro trabajo que nos brindan las tecnologías pero no quiero hacerlo a cualquier precio. Así que, en los próximos días, os compartiré mi viaje a Oporto en diferido, mientras escribo en mi casa de la Bisbal. No me importa, porque también tengo una batalla personal contra las prisas y la inmediatez, y espero que tampoco os importe a vosotras.
Mi primer dibujo corresponde a una casa en la Rua Escura, en el barrio de la Sé. Un barrio degradado y gentrificado a partes iguales donde conviven el turismo salvaje con habitantes de toda la vida que luchan por mantener su vida en medio de la vorágine de cambios que experimenta esta ciudad. Ya hablaremos de esto en otros posts, de momento, intentaremos disfrutar de la arquitectura preciosa del centro de Oporto.


La Ponderosa

Ayer, en medio de todo el caos, me quedé atrapada con el coche entre dos rotondas cerradas, la de Corçà y la de la entrada a la Bisbal. Y ju...